Acerca de mi
Mi recorrido en NPH ha estado lleno de aprendizaje y crecimiento. Desde que llegué a Casa San Salvador en Miacatlán a los 10 años, he tenido la oportunidad de estudiar y desarrollarme en un entorno que valora la educación. Al principio, fue un cambio difícil, pero poco a poco vi cómo mi vida tomaba un rumbo diferente. Siempre me ha gustado aprender, aunque en mi familia anterior no tuve la oportunidad de tener una educación constante. Desde entonces, he trabajado duro para mantenerme en los primeros lugares de mi grupo y he superado retos académicos con esfuerzo y dedicación.
En este camino, no he estado sola. En NPH, he encontrado un equipo de personas que me han apoyado en cada paso. Tanto el personal como mis compañeros se han convertido en mi familia. Además de mis estudios en el Bachillerato Tecnológico, participo en el taller «Chicas Poderosas», donde compartimos experiencias y fortalecemos nuestra autoestima. El ejercicio es una forma en la que puedo liberar estrés y mantenerme enfocada. Ya sea corriendo en la cancha o ejercitándome en el gimnasio, el deporte me ha ayudado a mantener una vida equilibrada y disciplinada.
Mi situación familiar
Mi historia comenzó en Ayala, Morelos. Mi padre era mi compañero en un hogar lleno de carencias, mientras que mi madre vagaba sin residencia fija. La situación económica era precaria; incluso tuvimos que pedir limosna en las calles. El alcohol consumía a mis padres y la convivencia se volvía un reto.
La educación no era prioridad para ellos, preferían que ayudará a la familia pidiendo dinero en lugar de ir a la escuela. Así, mi desarrollo educativo se vio afectado. Tres de mis hermanos fueron regalados por mis padres. Mi infancia careció de cuidados y educación hasta que mi tía, preocupada por mi situación, buscó ayuda. Ella me llevó hacia Nuestros Pequeños Hermanos (NPH), un camino que cambió mi vida.