Iris

Nuestros niños

En Casa Buen Señor, en Cuernavaca, México, el sol se va metiendo pintando de colores suaves y el aire agrega paz al lugar. Ahí estoy, en las canchas, corriendo y sintiendo cómo el viento me acompaña. Es como si cada zancada me llevara lejos de tiempos difíciles y me acercara a un futuro lleno de oportunidades.

Con tu apoyo sé que podré lograr mis sueños.

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Acerca de mi

Mi recorrido en NPH ha estado lleno de aprendizaje y crecimiento. Desde que llegué a Casa San Salvador en Miacatlán a los 10 años, he tenido la oportunidad de estudiar y desarrollarme en un entorno que valora la educación. Al principio, fue un cambio difícil, pero poco a poco vi cómo mi vida tomaba un rumbo diferente. Siempre me ha gustado aprender, aunque en mi familia anterior no tuve la oportunidad de tener una educación constante. Desde entonces, he trabajado duro para mantenerme en los primeros lugares de mi grupo y he superado retos académicos con esfuerzo y dedicación.

En este camino, no he estado sola. En NPH, he encontrado un equipo de personas que me han apoyado en cada paso. Tanto el personal como mis compañeros se han convertido en mi familia. Además de mis estudios en el Bachillerato Tecnológico, participo en el taller “Chicas Poderosas”, donde compartimos experiencias y fortalecemos nuestra autoestima. El ejercicio es una forma en la que puedo liberar estrés y mantenerme enfocada. Ya sea corriendo en la cancha o ejercitándome en el gimnasio, el deporte me ha ayudado a mantener una vida equilibrada y disciplinada.

Mi situación familiar

Mi historia comenzó en Ayala, Morelos. Mi padre era mi compañero en un hogar lleno de carencias, mientras que mi madre vagaba sin residencia fija. La situación económica era precaria; incluso tuvimos que pedir limosna en las calles. El alcohol consumía a mis padres y la convivencia se volvía un reto.

La educación no era prioridad para ellos, preferían que ayudará a la familia pidiendo dinero en lugar de ir a la escuela. Así, mi desarrollo educativo se vio afectado. Tres de mis hermanos fueron regalados por mis padres. Mi infancia careció de cuidados y educación hasta que mi tía, preocupada por mi situación, buscó ayuda. Ella me llevó hacia Nuestros Pequeños Hermanos (NPH), un camino que cambió mi vida.

“Siempre me he esforzado para sobresalir y demostrar mi potencial...”
Soy Iris, y desde que era muy chiquita, he sabido que yo tengo el control de mi camino. "Siempre me he esforzado para sobresalir y demostrar mi potencial"

Educamos con amor y paz

Queremos crear un ambiente amoroso y seguro para niños, niñas y adolescentes 
en situación vulnerable.

Nuestros niños encuentran un casa permanente

Le ofrecemos a los niños “pertenencia”. La política de cuidado infantil de NPH 
está basada en su misión y valores. NPH cría a los niños huérfanos y vulnerables 
en un ambiente familiar, estable, amoroso y seguro.

Un futuro de esperanza

El programa de padrinos ayuda de dos maneras: 
Crea una relación que fortalece la autoestima de los niños 
y aporta un apoyo financiero constante para el cuidado de los niños.